Todo ocurrió un sábado a la mañana, mientras mi grupo estaba en el playón junto a la cancha de paleta, con las profes Cristina o Diana. Por ese entonces los grupos de Cadetas y Juveniles hacíamos muchas actividades juntas. Creo que yo era Cadeta, según deduzco, porque ya no dormía ahí arriba. Pero mis pequeñas hermanas si.
En un momento vimos un humo negro, negrísimo, que nos llamó mucho la atención, y casi tímidamente, primero nos preguntábamos una a una: ¿será que es acá o mas allá? De repente, estoy casi segura de que fue Diana quien arrancó a correr y TODAS la seguimos atrás. Llegamos al lugar de los hechos y en seguida nos empezaron a desplazar hacia atrás, aunque no mucho más lejos del mástil (todavía era el MÁSTIL, con sus rosas y demás arandelas y cosas alrededor).
La columna de humo era súper espesa, y aun así había gente entrando y saliendo todo el tiempo. Los bomberos no llegaban todavía. Al rato el humo cambió de color y las llamas empezaron a aparecer por el hueco del techo, justo donde las tejas son mas claras (ver fotos). Imposible olvidar el olor, ese olor tan particular que duró mucho tiempo por ahí, y las chicas llorando porque había hombres del club, socios, y hasta colonos adentro, haciendo lo que podían. Algunas de nosotras llorábamos: o porque mi papá esta adentro; o porque el chico que me gusta también; o sino por las dudas, porque la situación era nueva y dantesca para todos.
Al poco tiempo del incendio (circa 1980). Nótese el contraste entre tejas nuevas y viejas.
Finalmente llegaron los bomberos, nos seguían corriendo hacia atrás y nosotros acercándonos de a poquito. No recuerdo quienes se metieron a sacar que, pero era increíble ver gente en la enfermería y en Club de Niños que no salía, observando y dando vueltas en el caminito.
Y en una de esas yo era de las que estaban adentro, junto a la puerta corrediza de Club de Niños. Uno de los recuerdos más vivos que tengo es estar con la doctora Ofelia (con sus trajecitos de tenis impecables) metidas ahí, con todo el humo alrededor, justo cuando, zas!!! la Cachorra Ojerosa (también conocida como Fabiana Laureiro, la hermana de Javi, que vivía de yeso en yeso, y asma en asma, terrible la loca, pero así de divina)… les decía, Fabiana se vino al suelo, totalmente ida. Ofelia la atajó (o casi) y la acostó en una camilla, la taparon con una frazada de las de arriba llena de humo, y la pobre casi se ahoga al despertarse.
Por la tarde, ya con el ambiente más tranquilo, las profes lograron subir y nosotras por ser las “grandes” también. Nada servía, todo estaba mojado, quemado, u olía terrible. Además, el humo había hecho lo suyo en toda la ropa que tocó, que si bien no estaba quemada, al extenderla tenía manchas con el mismo doblez en que habían sido guardadas. ¡Increíble!
¿Y vos, de que te acordás de ese día?