miércoles, 26 de septiembre de 2012

Eduardo

Por Bea



Un compañero de ley,
un compañero de la vida,
un ejemplo de humildad,
un trabajador convencido,
un docente de alma,
amigo incondicional.

Y sí... hablo de Eduardo,
de nuestro querido profe Eduardo.

¿Por qué compañero de vida?
Trabajamos juntos varios años en el Club de Niños,
y en el mismo grupo.
Compartiendo "nuestros hijos",
saboreando cada una de sus gracias,
abrazando al que extrañaba,
mimando al "carenciado" de mimitos.
Bañando, vistiendo, enseñando lo apenas aprendido,
y convirtiéndonos en papás, aún sin serlo.

Siempre dando más de lo que recibía,
siempre agradecido de este trabajo,
siempre atento a mis falencias,
lo recuerdo como el mejor compañero que tuve en mis 42 años de docencia,
(y... no debió ser fácil llevarse bien con este torbellino de mujer).

Alguien lo describió como el educador ideal,
que tiende puentes, invita a cruzarlos y siempre acompaña en el camino.

Fue así, lo viví junto a él, siempre acompañando.

Se nos fue un amigo, se fue un papá, un amoroso marido, un abuelo…
Un compañero de ley


Bea


"...que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos,
que el viento sople siempre a tus espaldas,
que el sol brille pálido sobre tu cara,
que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos
y hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que dios te guarde en la palma de sus manos..."

(antigua despedida de los peregrinos celtas)

sábado, 1 de septiembre de 2012

Mirta Yolanda Monzón

Por Ana Rosa Monzón

Mi padre se llamaba Marcelino Monzón, trabajaba en la planta de Llavallol cerca de Firestone, no muy lejos de casa.  Mi hermana Mirta Yolanda viajó a Bariloche en el ‘70.  Tenía 15 años.  Cuando regresó del viaje y la vimos bajar del micro supimos que algo le había ocurrido.  Casi no hablaba y decía no recordar nada.  El estado depresivo que padecía derivó en consultas a psicólogos y psiquiatras que determinaron un diagnostico que mis padres, tal vez por vergüenza, ocultaron a toda la familia, incluida mi otra hermana y a mí – nos dijeron que tenía depresión debido a un accidente ocurrido en Bariloche.

Cuando muere mi madre en el 2003 y al año siguiente mi padre, el nombre de la enfermedad fue develada por el psiquiatra que la atendía; se sorprendió al saber que mi hermana y yo no sabíamos que Yoli padecía esquizofrenia desde los 15 años.  Nos explicó que la enfermedad es congénita y se había desencadenado en Bariloche, independientemente de lo que le hubiese ocurrido allí.

En ese tiempo sé que mi padre trató de averiguar que había pasado realmente, pero fueron pocas las respuestas de Gas del Estado… por ejemplo que habían pensado traerla a BsAs, que un médico la había atendido, pero cuando mi padre quiso comunicarse con él le informaron que se había trasladado a Tucumán y que no podían localizarlo.

Mi hermana cuenta que jugando un partido de vóley recibió un pelotazo en la nariz que le provocó sangrado, que la iban a trasladar en avioneta a BsAs.  Ella se negó a subir, por lo que decidieron no hacerlo y regresó con todo el contingente.  También recuerda que algunas compañeras la cuidaban en la carpa, y a un profesor que en el micro al regreso le hablaba y la consolaba, ya que estaba deprimida.

Lo ocurrido en ese viaje afectó a toda la familia y mi deseo es saber si lo que cuenta mi hermana es la verdadera historia, y encontrar tal vez algún compañero o profesor que haya estado con ella y nos pueda ayudar a entender lo sucedido.

Desde ya muchas gracias al blog por permitirme compartir la historia.

Ana Rosa