Un compañero de ley,
un compañero de la vida,
un ejemplo de humildad,
un trabajador convencido,
un docente de alma,
amigo incondicional.
Y sí... hablo de Eduardo,
de nuestro querido profe Eduardo.
¿Por qué compañero de vida?
Trabajamos juntos varios años en el Club de Niños,
y en el mismo grupo.
Compartiendo "nuestros hijos",
saboreando cada una de sus gracias,
abrazando al que extrañaba,
mimando al "carenciado" de mimitos.
Bañando, vistiendo, enseñando lo apenas aprendido,
y convirtiéndonos en papás, aún sin serlo.
Siempre dando más de lo que recibía,
siempre agradecido de este trabajo,
siempre atento a mis falencias,
lo recuerdo como el mejor compañero que tuve en mis 42 años de docencia,
(y... no debió ser fácil llevarse bien con este torbellino de mujer).
Alguien lo describió como el educador ideal,
que tiende puentes, invita a cruzarlos y siempre acompaña en el camino.
Fue así, lo viví junto a él, siempre acompañando.
Se nos fue un amigo, se fue un papá, un amoroso marido, un abuelo…
Un compañero de ley
Bea
"...que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos,
que el viento sople siempre a tus espaldas,
que el sol brille pálido sobre tu cara,
que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos
y hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que dios te guarde en la palma de sus manos..."
(antigua despedida de los peregrinos celtas)