Por Juan Carlos García
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Primeras experiencias
Año 1964/5 aproximadamente, yo 4 ó 5 añitos, y vivía en Villa Madero, calle de tierra. Conocía el club de haber ido alguna vez con mis padres, pero un día comencé a ir solito. No se que número era el micro, pero lo tomaba debajo del puente de Gral Paz y Av del Trabajo. Lo de siempre, bolsito en mano, mucho coraje, y al ruedo. Así conocí al grupo “Principitos”, del cual tengo un vago recuerdo. Imágenes sueltas de caras, lugares y actividades, pero no mucho más.
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Colono en vacaciones felices
Desde los 6 años en adelante fui todos los años. Mi secuencia fue: Tigre, Chelforó, Conesa ,Conesa, Chelforó, Conesa (precampamento), Mendoza, Playa Unión, Las Pirquitas, Tandil, y se acabó. Justo se redujo la edad a los 14. ¿y Mascardi ? ¡Ah no, me sacaron Mascardi! ¡No me pueden hacer esto! (¡ya van a ver!)...
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Centro Deportivo Tigre y Punta Lara
Hasta el ‘71, mi familia alternaba los dos centros, y seguramente era considerado mosquito de verano, pero de allí en adelante, sería casi imposible que me perdiera un finde con los Robinsones. Aprendí a jugar a todo, y me federaron para el equipo de Handball, pero en realidad el deporte era una excusa, un matiz más, lo que nos enseñaban en el club era como ser “un ser humano íntegro”, una buena persona. Uno ve a la juventud y la realidad actuales y piensa… ¡que clara que la tenían estos tipos!
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El handball
Desde el ‘72 con Diego Larrivey, cuando se amplió la cancha (alguien recuerda que le pasábamos el rodillo de la cancha de tenis a los escombros) al ‘76 en el club. Jugar de locales era lo mejor, con tribuna llena siempre, y de visitante era un lujo, con micro propio. Recuerdo con el profe Eduardo, la salida a Villaguay (imperdible), y con Larrivey y “Cejitas” a Tucumán y Salta (sublime). En la primer foto estan: Robles, “Cejitas”, ¿?, ¿?, Miguel Zaworotny, Diego Larrivey y Detomaso.
En el ‘77 no se iba a participar en el torneo de federación, y alguno de los handboleros, siguiendo al profe Jorge Rossi, que conseguía abrir un equipo en Muñiz, pedimos el pase. Jugamos 2 años y logramos un subcampeonato memorable, sin nada que envidiarle a los mejores. Después la colimba, un año de estudio fuerte en la UTN, y el retorno, esta vez a Nuestra Sra de Luján, donde tuve una esguince muy fuerte en la rodilla que me alejó de las canchas. Además de la rodilla hecha percha, este deporte me dejó muchos amigos y la satisfacción de representar al club en el seleccionado metropolitano en el ‘75 (nacional en Tandil – “Campeones”) y ‘77 (nacional en Mendoza – "Subcampeones”), acá también convocado Poli Osorio. Segunda foto: Arriba: Villella, Podbersich, Arias, Silensi, “Sapo” Bisignani y Ruiz. Abajo: yo, Lukin, Robles, Cocciolo y Villamayor.
Con Hugo Cachaldora - inseparables.
Con “Poli” Osorio, en el Nacional ‘77 - Mendoza.
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Instituto
Año ‘83 y era mi cuarto año de facultad, me iba bien, pero extrañaba muchísimo (la semilla seguía germinando). Un día dejé la UTN y empecé a entrenar para el ingreso a Instituto. Mis viejos estuvieron 2 meses sin hablarme, fue como decía mi profe de Chelforó: una “HECATOMBE”. Un día trabajando con él en Don Bosco, me contó la anécdota de tal expresión. Trabajaba por entonces en Medición (Magallanes y Patricios) como técnico mecánico, y ahí comenzó mi sueño: Trabajar algún día de profe en el club, y devolver algo de todo lo que había recibido.
Con gente de Instituto, incluyendo a Hugo Cachaldora - seguíamos inseparables. Volviamos en tren de un campamento de supervivencia en Misiones.
Continuará...