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Por Freddy Tanús


Desde que Gran "Chikito" Hermano me publicó el post, una incalculable y progresiva acumulación de imágenes, nombres, momentos y otras yerbas ha tomado mi cerebro.

Como pasa en cada mudanza (y yo de esas tengo varias, créanme), necesito hacer un poco de limpieza. Si no lo hago, corro riesgo de tildarme y no poder atender las actividades que me alimentan a mí y a mi familia.

Acá vamos:

- “La batn de la bastora del quirot, mm mm” Una cancioncita que me encuentro cantando con tono de voz de 10 años.

- La sensación de felicidad de ser el primero en tirarse a la pileta HELADA en la mañana, salir a la superficie, contemplar la cara de mis amigos que me preguntaban “Freddy, ¿cómo está?, responderles “¡Está bárbara!”, ver cómo se tiraban y salían espantados.

- Mi célebre peinado con raya al costado con mucho agua, tanta que parecía que estaba peinado a la gomina.

- Claudia Messina, que era la novia de Marcelo Podestá (alias Hombre Feliz)

- El calorcito que sentía cuando me acostaba todo mojado en las baldosas calentitas al costado de la pileta. El sonido de los dientes de Darío, que castañeteaban con el frío.

- Susana, la profesora pelirroja y pecosa que venía en el verano y que generalmente estaba a cargo del micro 7. Cómo me gustaba que me dejara a cargo de la planilla del micro!

- Las vueltas que dábamos cada Domingo siguiendo el auto de los Podestá, que SIEMPRE cambiaban el camino de vuelta a casa.

- Lulo. Raquel, la esposa de Lulo. El kiosco de Lulo.

- Los comics de la biblioteca.

- Mi voz diciendo “a mí, a mí” para adentro mientras estaba sentado en el pasto de la cancha de softball esperando que los que se habían disputado el “Pan Queso Pan” me eligieran para estar en el equipo de mis amigos.

- El pájaro (o los pájaros) que cantaban “Bicho Feo” en Milberg.

- El secreto encanto de usar el baño de Secretaría.

- El olor a pasto recién cortado en los días de calor.

- La hora de la siesta alrededor de las canchas de volley.

- La espalda de la novia de Guillermo Bogado (los demás miraban otras cosas, a mí me mataba esa espalda)

- Yuri Gagarín.

- El revuelto de gramajo del comedor de la Terracita.

- Las charlas nocturnas en las cabañitas.

- El miedo (más bien, terror) que le tenía al Profesor Alfredo Zabalet. Esos bigotes, el tono de voz, no sé, lo único que quería era que no estuviera cerca y, fundamentalmente, que no supiera mi nombre.

- El escalofrío que me recorría la espalda cada vez que me elegían para representar al grupo en la ceremonia de bandera.

- Las gloriosas horas de los sábados, particularmente los sábados de invierno, que transcurrían desde la hora en que se iban los micros hasta la hora de bañarnos y ponernos la ropa de salida.

- El sonido seco del pétalo de rosa metido en nuestro puño cuando lo golpeábamos con la mano (perdón Señor Barceló, no lo voy a hacer más)

Continuará…

PD: a las clases 67/68/69: ¿qué pasa que aparecemos con cuentagotas? ¿dónde están todos los demáss?


Foto familiar: con Francisco, Catalina y mi esposa, Paola.